En Corea del Norte puede haber sido descrita como una prueba feliz, pero la explosión nuclear de Corea del Norte del 9 de Octubre fue profundamente triste. Triste para el pueblo de Corea del Norte, que es oprimido, mientras su estrafalario “querido líder” Kim Jong Il arruina la economía y dilapida los escasos recursos en la fabricación de armas de plutonio. Triste para la no proliferación nuclear que amplía su brecha de credibilidad, mostrando una vez más como la “promesa” de la energía nuclear puede desviarse a las armas nucleares por líderes sin escrúpulos. Una muy triste reflexión para la política de los Estados Unidos, de fracasos, errores y provocaciones, sobre todo por parte de la administración Bush. Y triste y aterradora para muchos pueblos, pero especialmente aquellos que viven en el Nordeste de Asia